27 mayo, 2012

Scarborough Fair - Capítulo 4

El pueblo se sumía en una calma fantasmal. Los campesinos intentaban dar esquinazo al demonio, escondiéndose en cualquier sitio. Pero no adivinaban que en la posada se estaba dando una pelea entre la criatura y una sencilla muchacha. Si lo hubieran sabido habrían ido a socorrerla… o no. 

Vanessa ha conseguido separarse de las cuerdas, ahora ya de nada le sirven. De una patada aparta al licántropo de su lado, reteniéndolo apenas unos segundos, lo suficiente para erguirse.
El emisario de Satán vuelve a atacar a la joven, derribándola de nuevo. La chica se golpea la cabeza contra el suelo, siente una punzada de dolor que no cesa, pero la adrenalina que ahora mismo le recorre el cuerpo evita que le preste gran atención.
Tiene los colmillos ya muy cerca del rostro y, con las manos, intenta detener el mordisco. Alcanza la cuerda con la mano izquierda y, como si se tratara de un látigo, golpea en el costado al licántropo  que suelta un aullido de dolor inimaginable. Un aro de vapor asciende en la atmósfera mientras el animal se derrumba en el suelo y se revuelca. Vanessa se levanta y observa como el pelaje negro de esa zona se convierte en un líquido rojo que emana sin pausa. 
El hombre lobo se levanta, y de nuevo, embiste a la joven. Ella se defiende colocando la cuerda delante de sí, dejando que entre en contacto con la garganta de la bestia. Una vez que ha caído al suelo, le rodea todo el cuello con la herramienta y deja que se retuerza mientras una oleada de vapor sale de su cuerpo. De repente, un recuerdo aparece en su mente. 
Ella de pequeña leyendo un libro de fantasía, con una frase en especial: "Si alguna vez con un emisario del anticristo te encuentras, no estarás condenado a la muerte eterna. Halla entre muchos el verdadero nombre de su portador, así conseguirás salvarte de un destino atroz."
Y decidió creer en esas palabras:
-¡Liam! … 
Pero no ocurrió nada diferente, seguía torturando a un licántropo con una cuerda con esencia de plata entre gemidos incesantes.
-¡Gael! … - Nada. - …
-¡Darwin! ¡Jaden! ¡Bill! ¡Gary! ¡Madison! ¡Harrison! ¡Steve! ¡Jefferson! ¡Marley! ¡Wilder! ¡Edison! … - Miles de nombres utiliza, hasta que…-  ¡Hassel! – Y con este último, los aullidos de la criatura cesan.
Vanessa no se fía, pero después de comprobar durante unos segundos que el animal no emite ningún sonido ni movimiento, se aparta con cuidado, apretando con fuerza la cuerda entre sus manos, manchadas de sangre por la ardua pelea. 
Se asusta, una convulsión estremece al cuerpo inerte del lobo. La sigue otra, otra, otra, y así sucesivamente hasta que su cuerpo empieza a moldearse violentamente. 
Vanessa grita, se apoya bruscamente contra la pared, como intentando fundirse con ella. Cierra los ojos, siente un pavor inhumano. Cuando deja de percibir sonidos extraños, decide volver a mirar.
Sus ojos se salen de las órbitas, un muchacho… un muchacho se encuentra tirado en el suelo, junto al cuerpo desfigurado de Drake. Intenta acercarse hasta él, con muchísimo cuidado. Evita tocar la sangre que mancha todos los rincones del suelo, se arrodilla cerca del chico. Está desnudo, y por lo que parece también dormido. En ese momento se da cuenta, se trata del campesino de esa tarde, el impertinente. 
-Eii… - Lo tambalea un poquito. – Eii… despierta…
Como respuesta, el muchacho vuelve en sí de golpe y salta encima de Vanessa, dejándola debajo de sí, perpleja y asustada. No parece que supiera lo que hacía, porque de repente se aparta de ella cuanto puede, alcanzando una esquina de la habitación. Parece aun más aterrado que ella, cosa difícil. 
Vanessa se levanta, no sabe qué decir, pero el chico ocupa su lugar con un llanto de lágrimas que rebosan de sus ojos de una forma escandalosa y triste. La chica no se acerca, se mantiene en su posición. El muchacho empieza a nombrar una serie de frases y palabras sueltas en inglés, Vanessa sólo alcanza a entender unas pocas.
-Sangre… … Mucha sangre… Lo he matado… … Lo he matado… ¿Qué he hecho? … Demonio… Lo soy… … ¿Y la chica? … ¿Qué le he hecho a ella? – Todo entre gemidos y sollozos.
Vanessa, al oír esto último comprueba su aspecto; su vestido está destrozado. Tiene unas cuantas magulladuras en los brazos y un montón de sangre por el cuerpo, alguna suya y otra no. Ahora es cuando le empieza a arder la cabeza, levanta la mano para rozar la herida con los dedos. Tiene sangre todavía.
El campesino sigue llorando. Siente verdadera lástima por él. Si todo lo que ha leído en los libros sobre la licantropía es cierto, él, verdaderamente, no tiene la culpa de lo que acaba de ocurrir. Decide acercarse, inclinándose a su lado, pero no se atreve a tocarle.
-¿Hassel?...
El chico levanta la cabeza. 
-¿Cómo conoces mi nombre? ¿Cómo lo has hecho?... ¿Por qué vuelvo a tener este aspecto?... – Le acribilla a preguntas, pero Vanessa apenas comprende unas pocas palabras, así que se mantiene callada, y le dice en inglés que no le entiende. 
Entonces Hassel lo comprende, es española. Se mantienen callados, mirándose. En un momento en concreto, Vanessa decide levantarse y se acerca al cuerpo degollado de Drake. 
-Dios… perdóname por esto. – Y, arrodillada, comienza a desvestir el cadáver. Una vez que acaba, recoge la ropa, sucia, rota y manchada, y regresa al lado del campesino. 
-Levántate. – Ordena. 
El muchacho obedece, no le importa estar desnudo, su conmoción es demasiado grande como para pensar de forma normal. Ella lo viste con cuidado de no asustarlo, mientras que investiga el número de heridas que le ha causado con la cuerda. Hassel tiene unas quemaduras increíblemente horribles en la espalda y en el cuello… se siente culpable. 
-Terminé. ¿Mejor? – Hassel no le responde. 
-Lo siento… - Consigue pronunciar. – Lo siento mucho… no debería hab… - Y rompe a llorar de nuevo. 
Vanessa lo hace callar tapándole la boca con las manos. Escucha con atención los sonidos que se oyen en el exterior, se había olvidado de ellos por completo. Reconoce una de las voces, ¡es la de Dominick!
Rodea a Hassel con los brazos.
-No te preocupes, te perdono.

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