27 mayo, 2012

Scarborough Fair - Capítulo 1

Tardaron apenas media hora en entrar en la ciudad. El carruaje recorrió las calles del pueblo, con dos caballos blancos, corpulentos y elegantes, que llamaban la atención de todos los campesinos presentes. 
Se hizo un silencio incómodo por parte de los aldeanos; el herrero abandonó su martillo en el yunque, los taberneros salieron de sus posadas para averiguar la identidad de los ricos visitantes, las lavanderas detuvieron su paso hacia el río; tan sólo los niños hicieron el momento más ameno, persiguiendo entre gritos y risas a los grandes equinos del cochero. 
La situación cambió en unos segundos, la gente regresó a su trabajo, pensando en si serían unos simples burgueses que estaban de paso, o si se trataba de invitados del señor feudal de la zona. Pronto lo averiguarían.

Dentro del carruaje, los corazones rebosan de felicidad, mientras que uno en particular palpita más fuerte de lo normal. Arely está muy nerviosa.
-Bien, ya casi hemos llegado. Niñas, ¿os han servido las clases de inglés? 
La melliza rubia, mira a su padre y recita la presentación que tiene memorizada en la cabeza, con una pronunciación casi perfecta. Al terminar, sonríe, no sufre un mal veredicto.
-¿Vanessa? – Tras esta pregunta se hace el silencio. Unos ojos color hierba descienden hasta fijar la atención en los zapatos que viste su dueña. No se atreve a mirar a su madre, los idiomas nunca han sido lo suyo. – Bueno, no te preocupes. En menos de un mes ya verás como conseguirás hablar perfectamente. – Vanessa accede a la afirmación de su madre, espera que sea cierto, sino, ese mes se le podría hacer eterno. 

El cochero llama la atención de los corceles con un tirón por parte de la cuerda, deteniendo así el avance de los cascos y las ruedas. Un suspiro de Sr Kendrik avisa del esperado momento.
-¡Llego la hora! – Espera a que su sirviente abra la puerta de su derecha, bajando él primero, seguido de su mujer. 
Vanessa aguarda a que su hermana tome la iniciativa, pero la ve paralizada a su lado. No se lo piensa, apoya su mano en el hombro de Arely y da un leve apretón, seguido de un abrazo tierno.
-No te preocupes, todo va a salir bien. Por lo que veo, este prometido tuyo no está nada mal. – Sus palabras hacen efecto, creando una rápida mirada de curiosidad por parte de su hermana a los anfitriones del castillo. Arely le da un "gracias" con los ojos. – Venga, vamos.
Las mellizas descienden los escalones con la ayuda de los sirvientes y se acercan a sus padres, quienes saludan al matrimonio East con ansia. Arely, por auto reflejo coge la mano de Vanessa y aprieta fuerte.
-¿Es ese chico tan alto? ¿El que está cerca de padre y madre? 
-Sí, creo que sí. Es hijo único y no hay nadie más. – Arely sonríe. – La verdad es que es guapo. 
Ambas se colocan a la derecha de sus padres, esperando a que Sr Kendrik haga las presentaciones necesarias. 
-Antony, Selma,  dejadme presentaros a mis hijas, no las llegasteis a conocer. – Se coloca a un lado para que las mellizas queden cara a cara con sus amigos. – Ella es Vanessa, la pequeña. 
Vanessa hace una reverencia, inclinando el rostro y elevando unos centímetros la tela de su vestidura.
-Una belleza de joven, sin duda. – Recalca Sr East en un español pulcro, haciendo así la charla más fluida. Mira también a Arely.
-Y ella, Arely, la prometida de vuestro hijo. – Mientras suelta estas palabras, Sr Kendrik se siente honrado y satisfecho, no intenta ocultar su orgullo. 
Entonces, el muchacho que se encontraba en segundo plano hasta ahora, decide intervenir. Se coloca frente a los visitantes y hace una educada reverencia, lenta y con clase. 
-Me alegro de verte al fin, soy Dominick. Es un placer. – Coge la mano de la melliza y la besa de la forma tradicional. Arely comienza a sonrojarse por el acto. – Ya me imaginé que tendrías un cabello de oro, tu nombre lo demuestra. 
Vanessa y Arely sonríen ante aquella característica. Los adultos miran la escena con ternura.
Un mayordomo aparece en la puerta principal, rompiendo el íntimo momento familiar.
-Sr East, tanto la cena, como las habitaciones de los invitados están listas. Pasen cuando quieran al comedor. 
-Gracias, y saca un buen vino para celebrar la llegada de estos buenos amigos. 
-¡Magnífica decisión, Antony! – Sr Kendrik se coloca a la altura de su amigo y charlan mientras llegan a la mesa. 
Miss East acompaña a la madre de las niñas, mientras que estas se quedan quietas observando al ya muy querido Dominick.
-Es un buen partido. – Admite Arely.
-¡Ah, no! ¡Es un muy buen partido! – Corrige Vanessa con energía.
Y juntas alcanzan al resto. 

La cena fue tranquila, llena de risas y observaciones de España, viejos recuerdos, historias de cacerías, asombrosas visiones y largos paseos, entre otros muchos temas. Alguna que otra vez unas frases en inglés se colaban por despiste, haciendo Arely de traductora para su hermana, quien avergonzada, cuando le preguntaban intentaba decir el mínimo número de palabras posibles en ese idioma tan complicado para su lengua.

El sol ya se había ocultado cuando la carne hubo desaparecido de la vajilla. Se les mostró las habitaciones a la familia Kendrik, asignando una al matrimonio y otra compartida para las mellizas, con dos camas individuales. 
Hubo despedidas amables y elogios de buenas noches. Y, en poco tiempo, los pasillos quedaron sumergidos en un silencio nocturno y apaciguado, exceptuando los ronquidos masculinos de algunos personajes.

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