04 diciembre, 2011

¿El fin justifica los medios? - Capítulo 8


ERIC


9 no la soltaba. Ella se retorcía ante su agarro para intentar zafarse, pero él respondía haciendo más fuerza en su cuello. Rutz intentaba no llorar, aunque no lo conseguía del todo. Nos dirigimos hacia la sala de los combates. 9 tiró a Rutz al suelo de forma muy brusca, sin ella levantarse.
-Traed a vuestras chicas a la sala principal. – Les comunicó 9 a mis cinco compañeros y recibimos sus respuestas por los micros. En pocos minutos aparecieron todos acompañados de las adolescentes, esta vez no llevaban nada que les impidiera vocalizar, ni tampoco se encontraban atadas.
5 las mandó sentarse donde se encontraba Rutz, y cuando comprobaron que estaba llorando, corrieron para ver si le habíamos hecho algo malo. Pero la áspera voz de 9 cortó sus palabras.
-Bien, vais a recibir un pequeño castigo, chicas. Gracias a Rutz. – Esperó a ver si ellas le habían comprendido pero no fue así. - ¡Mónica! ¡Ven aquí!
Una chica de unos dieciocho años, pálida y con una melena corta y oscura se acercó a 9 con miedo. Ya sabía lo que le iba a ocurrir. Y recibió un puñetazo en la cara sin apenas darse cuenta. Su expresión era de dolor, pero volvió a levantarse, y otro puñetazo cruzó su rostro. Así hasta que acabó rendida en el suelo y 2 la hizo ponerse de pie para acompañarla a su habitación.
-¡Nikky! – Cuando la llamó 9, Nikky comenzó a llorar desconsoladamente, no podía parar. La chica estaba aterrorizada, pero 9 la obligó a apartarse de las demás. La cogió a la fuerza de la muñeca y comenzó la misma escena de antes.
Tanto 4, como los demás, miraban sin comprender a nuestro compañero. Estaba demasiado enfadado, y no sabían por qué, no debían de haberse enterado del intento de huir de Rutz.
Este castigo acabó pronto, y le siguieron otros tres, dejando a Rutz ver como sus amigas sufrían violentamente por su culpa. Seguía llorando, hasta que 9 le hizo señas de acercarse a él cuando se habían ido todos, dejándonos a ella, 9 y a mí solos en la sala.
Ella titubeó, pero adoptó rápidamente la posición de defensa y fue acercándose a mi compañero paso por paso. 9 no dudó y dirigió una patada a su cara; sorprendentemente ella la paró. Pero tras ese golpe sin apenas un respiro le siguió otro, y otro, y otro y así sucesivamente hasta que Rutz no pudo desprenderse de todos y le acabó alcanzando una lluvia de puñetazos y patadas.
Al final, ella estaba en el suelo intentando respirar. Había durado poco, pero había durado, que es lo que pretendía 9.
-Llévatela ya, 6. – Lo dijo con una sonrisa, me di cuenta de que empezaba a creer que podría conseguirlo.
Me acerqué a Rutz y esta vez no la recogí en brazos, sólo la ayudé a levantarse. No podía mantenerse en pie, se mareaba. Nos dirigimos con paso lento a su habitación, y por mitad camino aparecieron 7 y 8. Me saludaron y acompañaron hasta la habitación de Rutz.
Cuando llegamos me ayudaron a abrir la puerta para que no tuviera que soltarla y entré con ella en la estancia, esperándome 7 y 8 en el pasillo, observándonos desde el cristal. La acompañé hasta la cama y la dejé con delicadeza sobre ella. Di media vuelta y fui a la puerta, pero sus palabras me detuvieron a pocos metros.
-¿Por qué? – Su voz era débil, no me giré. No quería ver como apenas podía mantenerse en pie.
-Eric contéstame, ¿por qué me estás haciendo esto? – Seguí quieto en mi sitio sin responder, tan sólo giré para mirarla, era lo menos que se merecía por su esfuerzo.
-¡¿Qué cojones quieres  de mí?! ¡¿Por qué?! – Gritaba enfurecida y asustada, no pensé que tardaría tanto en hacerme estas preguntas.
-Yo te quiero, Eric. Entonces… - Sus ojos temblaban, también sus labios. Estaba a punto de desmayarse.
-Pero yo a ti no.
Después de mis palabras hubo silencio, ya había caído dormida. Me acerqué hasta su lado. Sí, se había desmayado. La recogí y recoloqué mejor en la cama. Su camiseta se levantó un poco, dejando al descubierto su vientre. La piel de la zona tenía magulladuras y pequeños moratones, también estaba enrojecida. Los oculté con la tela de la ropa, después la miré.
-Lo siento…
Me separé de su lado y salí de la habitación, dejando a Rutz sola en el silencio. 7 se acercó a mí.
-Tío, ¿estás bien? – Estaba muy preocupado, al igual que 8, quien me miraba detrás de 7.
-Sí, no te preocupes. – Mis palabras fueron secas y pronunciadas mientras cruzaba a su lado con la cabeza gacha.
Sí, le había dicho que estaba bien, pero una lágrima imperceptible estaba cruzando mi rostro en aquel momento. Una lágrima de culpa y empatía.



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