08 noviembre, 2011

¿El fin justifica los medios? - Capítulo 1

"Voy a comernzar una nueva historia por capítulos. Tiene como base un tema que nunca he tratado, la política y la anarquía. La idea surgió de un sueño que tuve hace unas cuantas noches, uno interesante. Me coloqué en la piel de la protagonista.
Si os llama la atención, os invito a acompañarme en la historia.
Por cierto; ¿El fin justifica los medios?"


 RUTZ

Viernes 12 de Octubre, 2082

Nuestro mundo está podrido. Ahora mismo seguro que alguien está siendo atracado, un asesino va a salir de la cárcel, un bebé acaba de ser abandonado en un basurero, un ciudadano asesinado, una chica será violada en breves… si no lo ha sido ya. Todas estas personas, en este momento, están sufriendo todo lo que acabo de escribir, y no sigo nombrando más acciones por miedo a que se forme una mirada de pavor en tu rostro, y en el mío.

Mis padres me dicen que hace no muchos años, había igualdad entre las personas. Tal vez clases sociales muy diferentes, pero no la situación que se está viviendo en el presente. Desde que los altos cargos del Gobierno decidieron que conseguirían todo el poder, esta ciudad y muchas más, de todas las naciones importantes, han sido aniquiladas.
Los políticos se volvieron ambiciosos, no de la opinión y la aceptación de su pueblo, sino de dinero y mandato. No podían conseguirlo por sí solos, claro que no, no les íbamos a dejar que nos doblegaran tan fácilmente. Por ello, se ayudaron de lo que podríamos llamar, mafias, gente peligrosa, demasiado. Hicieron un trato, los gobernantes no les pondrían límites si cooperaban con ellos, si conseguían poner al pueblo de rodillas y con un bozal para ahogar sus gritos de rabia y odio hacia el sistema. Y, en menos tiempo del que nos imaginábamos, lo consiguieron.

Ahora no puedes confiar en nadie más que en ti mismo y en tu familia, no de todos tus amigos, ya que no sabes a dónde pertenecen. Si estás en peligro que ni se te pase por la cabeza pedir auxilio a un agente de la ley, no te ayudará, ya que la ley que el impone no es la que tú deseas. Si eres una mujer seguramente te ayude para que le des las gracias, y así luego tenga un motivo por el que tengas que devolverle el favor, una manera que seguro que no te va a gustar. Si eres un varón, teme por tu vida.

Nos encontramos sin saber qué hacer, no nos atrevemos a llevarles la contraria por miedo a perder nuestra vida o de aquellos importantes para nosotros. Los agentes ahora son corruptos, puede que no todos, pero sí la muy mayoría. Los políticos no escuchan nuestras súplicas porque tienen todo lo que desean, y las mafias, al tener ya vía libre, son los dioses de este mundo. Ni siquiera a los más altos cargos de las naciones se les ocurre llevarles la contraria.

Mas, puede que haya algo que SÍ que podemos hacer. No estoy muy segura, ya que los medios de comunicación están sobornados, pero he oído hablar de grupos “terroristas”, anarquistas de la sociedad actual. Aunque todos por dentro lo seamos, sólo ellos se atreven a dejarse oír.
Si todo esto es cierto, uno se encuentra en mi ciudad. Y sé que quiero unirme a ellos, pero no sé cómo localizarlos. No tienen nombres, no dejan huellas, no tienen identidad. El único dato que tengo es el nombre de OCuST.
Está decidido, tendré que hacerlo con prudencia, pero voy a busca…

-¿Qué estás escribiendo?... - Salté de la silla y cerré el diario lo más rápido que pude, esperando que no llevara mucho tiempo detrás de mí.
-¡Nada! Una historia. – Respondí deprisa, sin pensar.
-¿Una historia? Y… ¿de qué trata? – Ya sabía que le estaba mintiendo, se le notaba en la expresión, pero me siguió el juego.
-Pueees… de una chica, queee… su espíritu se transforma en un gato, y ese gato… le sigue… a todas partes. – Se me notaba el plumero demasiado, y Eric me dijo con la mirada que le contara la verdad. – Vale, estaba escribiendo sobre la política.
-Déjame verlo. – Entonces se le iluminaron los ojos e hizo un amago de alcanzar el diario rojo del escritorio. Yo me levanté corriendo y cogí el cuaderno, colocándolo a mi espalda.
-Creo que va a ser que no. – No quería que supiera lo que tenía pensado hacer, no le gustaría nada si averiguaba que quería unirme a una organización terrorista.
-Rutz, vamos. Sólo tengo curiosidad. – Intentó cogerlo de nuevo, pero yo fui más rápida, pero también más torpe. Y caí sobre la cama, dejando soltar el diario. Típico en mí… Él comenzó a reírse por la escenita tan ridícula que le había montado y recogió el cuaderno del suelo.
-Por favor, no lo leas todavía. Espera a que lo termine al menos. – Tenía que inventarme cualquier excusa. Eric se lo pensó durante unos segundos y acabó diciéndome que sí con la cabeza mientras me ayudaba a levantarme. Me devolvió el cuaderno, y yo lo tiré encima de las sábanas para poder darle un abrazo sin ninguna molestia en las manos.
-Venga, corre que ya es de noche. Falta sólo media hora para el toque de queda y aun tengo que llevarte a casa. – Aclaró. Comenzó a empujarme hacia la entrada para que me calzara y recogiera las cosas. Fui rápida  y en unos segundos traspasamos la puerta de su apartamento.


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