"Voy a comernzar una nueva historia por capítulos. Tiene como base un tema que nunca he tratado, la política y la anarquía. La idea surgió de un sueño que tuve hace unas cuantas noches, uno interesante. Me coloqué en la piel de la protagonista.
Si os llama la atención, os invito a acompañarme en la historia.
Por cierto; ¿El fin justifica los medios?"
RUTZ
Viernes 12 de Octubre,
2082
Nuestro
mundo está podrido. Ahora mismo seguro que alguien está siendo atracado, un
asesino va a salir de la cárcel, un bebé acaba de ser abandonado en un
basurero, un ciudadano asesinado, una chica será violada en breves… si no lo ha
sido ya. Todas estas personas, en este momento, están sufriendo todo lo que
acabo de escribir, y no sigo nombrando más acciones por miedo a que se forme
una mirada de pavor en tu rostro, y en el mío.

Los
políticos se volvieron ambiciosos, no de la opinión y la aceptación de su
pueblo, sino de dinero y mandato. No podían conseguirlo por sí solos, claro que
no, no les íbamos a dejar que nos doblegaran tan fácilmente. Por ello, se
ayudaron de lo que podríamos llamar, mafias, gente peligrosa, demasiado.
Hicieron un trato, los gobernantes no les pondrían límites si cooperaban con
ellos, si conseguían poner al pueblo de rodillas y con un bozal para ahogar sus
gritos de rabia y odio hacia el sistema. Y, en menos tiempo del que nos
imaginábamos, lo consiguieron.
Ahora
no puedes confiar en nadie más que en ti mismo y en tu familia, no de todos tus
amigos, ya que no sabes a dónde pertenecen. Si estás en peligro que ni se te
pase por la cabeza pedir auxilio a un agente de la ley, no te ayudará, ya que
la ley que el impone no es la que tú deseas. Si eres una mujer seguramente te
ayude para que le des las gracias, y así luego tenga un motivo por el que
tengas que devolverle el favor, una manera que seguro que no te va a gustar. Si
eres un varón, teme por tu vida.
Nos
encontramos sin saber qué hacer, no nos atrevemos a llevarles la contraria por
miedo a perder nuestra vida o de aquellos importantes para nosotros. Los
agentes ahora son corruptos, puede que no todos, pero sí la muy mayoría. Los
políticos no escuchan nuestras súplicas porque tienen todo lo que desean, y las
mafias, al tener ya vía libre, son los dioses de este mundo. Ni siquiera a los
más altos cargos de las naciones se les ocurre llevarles la contraria.
Mas,
puede que haya algo que SÍ que podemos hacer. No estoy muy segura, ya que los
medios de comunicación están sobornados, pero he oído hablar de grupos
“terroristas”, anarquistas de la sociedad actual. Aunque todos por dentro lo
seamos, sólo ellos se atreven a dejarse oír.
Si
todo esto es cierto, uno se encuentra en mi ciudad. Y sé que quiero unirme a
ellos, pero no sé cómo localizarlos. No tienen nombres, no dejan huellas, no
tienen identidad. El único dato que tengo es el nombre de OCuST.
Está
decidido, tendré que hacerlo con prudencia, pero voy a busca…
-¿Qué estás
escribiendo?... - Salté de la silla y cerré el diario lo más rápido que pude,
esperando que no llevara mucho tiempo detrás de mí.
-¡Nada! Una historia. –
Respondí deprisa, sin pensar.
-¿Una historia? Y… ¿de
qué trata? – Ya sabía que le estaba mintiendo, se le notaba en la expresión,
pero me siguió el juego.
-Pueees… de una chica,
queee… su espíritu se transforma en un gato, y ese gato… le sigue… a todas
partes. – Se me notaba el plumero demasiado, y Eric me dijo con la mirada que
le contara la verdad. – Vale, estaba escribiendo sobre la política.
-Déjame verlo. – Entonces
se le iluminaron los ojos e hizo un amago de alcanzar el diario rojo del
escritorio. Yo me levanté corriendo y cogí el cuaderno, colocándolo a mi
espalda.
-Creo que va a ser que
no. – No quería que supiera lo que tenía pensado hacer, no le gustaría nada si
averiguaba que quería unirme a una organización terrorista.
-Rutz, vamos. Sólo
tengo curiosidad. – Intentó cogerlo de nuevo, pero yo fui más rápida, pero
también más torpe. Y caí sobre la cama, dejando soltar el diario. Típico en mí…
Él comenzó a reírse por la escenita tan ridícula que le había montado y recogió
el cuaderno del suelo.
-Por favor, no lo leas
todavía. Espera a que lo termine al menos. – Tenía que inventarme cualquier
excusa. Eric se lo pensó durante unos segundos y acabó diciéndome que sí con la
cabeza mientras me ayudaba a levantarme. Me devolvió el cuaderno, y yo lo tiré
encima de las sábanas para poder darle un abrazo sin ninguna molestia en las
manos.
-Venga, corre que ya es
de noche. Falta sólo media hora para el toque de queda y aun tengo que llevarte
a casa. – Aclaró. Comenzó a empujarme hacia la entrada para que me calzara y
recogiera las cosas. Fui rápida y en
unos segundos traspasamos la puerta de su apartamento.
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