19 julio, 2011

Las lágrimas de Granada


 "Siento decir que esta historia ha tenido un fallo y se ha cortado el final del relato, no tengo el original, por lo que no puedo volver a escribirlo igual. Aun así, lo intentaré."


Rendición, o muerte. Esa fue la decisión que me dieron a elegir los cristianos tras rendirse nuestro monarca, Boabdil ante el Rey, Fernando de Aragón. Por supuesto, decidí morir en mi tierra, leal a mi fe, leal a Alá; en Granada, donde nací. Prefiero el fin de mi vida antes que someterme a unas creencias diferentes a mi sentido común y a Alá.

Mi nombre es ‘Azîm, me lo otorgaron mis padres para que defendiera aquello que mereciera la pena, aquello que me importara; como mi familia, mi amada esposa y mi querida hija. Ahora ellas ya no están a mi lado, con suerte estarán a salvo.
Intenté salvarlas, di mi vida por ellas, durante la batalla contra los cristianos tuve que escabullirme y enseñarles un camino que las alejara de la ciudad, necesitaba saber que estarían a salvo. Cuando creí encontrar un lugar seguro, tuve que abandonarlas para luchar espada contra espada junto a mis hermanos; no quería separarme de ellas, mi corazón me decía que me quedara a su lado, que las abrazara y las besara pero… pero yo no podía desobedecer a mi superior, ni deshonrar a Alá.
Con el mayor esfuerzo de mi alma, le otorgué las riendas del caballo a mi bella esposa. Ella las recogió con tensión y miedo en su mirada,… aquellos ojos, sus ojos negros estaban surcados por las lágrimas; esa visión se personificó en un puñal que atravesó mi corazón. Recogí su mano, y aprecié la belleza de su rostro, Almas era una mujer realmente hermosa, bien se le otorgó el significado de su nombre, diamante. Almas no pudo evitarlo, y al final se lanzó a mis brazos entre sollozos y gritos, aquello me destrozó. La tranquilicé con palabras sinceras y tiernas, y ella se calmó; me besó con pasión y fuerza.
Sin soltar la mano de mi esposa me incliné para besar la frente de mi hija, Aisha. Su nombre significaba alegre, la líder más joven; aunque para ser líder aun era una niña, tan sólo tenía ocho años; y por lo de alegre… en ese momento su expresión era de temor y desconcierto. No entendía lo que estaba ocurriendo a una distancia corta de donde nos encontrábamos, y prefería que no lo supiera, era demasiado horrible para una niña como ella… mi querida hija.
Con gran pesar desaparecí de la arboleada, a lomos del segundo caballo, cabalgando con vigor hacia el campo de batalla.

Fue una batalla digna de admiración, quedaría grabada para la posteridad, de ello estoy seguro. Pedimos ayuda a Marruecos y Egipto, pero el aviso no nos fue correspondido; nos fallaron. Al final, por desgracia no reconocimos la victoria, sino la derrota. Boabdil se rindió demasiado pronto, se arrodilló ante nuestro enemigo y le entregó las llaves de la ciudad a cambio del perdón. El rey cristiano aceptó su rendición, la batalla cesó y nos dieron a elegir: o cambiábamos al cristianismo o moríamos al continuar sirviendo a Alá.
Muchos de mis hermanos accedieron a la proposición del Rey Fernando, se transformaron, abandonaron al dios que les había dado la vida; pero yo no pude tomar esas decisión.
Cuando me dieron a elegir, yo me negué…

Ahora, estoy encarcelado en los calabozos del palacio, de la majestuosa Alhambra… este gran edificio va a ser corrompido por los cristianos… Tan sólo espero que no lo derrumben como hicieron en las otras ciudades. Es el fin de nuestro reinado,… los cristianos han acabado conquistándonos de nuevo, han conseguido la reconquista…

No puedo evitar pensar en Almas y Aisha, necesito noticias de ellas, quiero saber si están a salvo. El sol ya se posa sobre el horizonte, quiero ver como la luz desaparece de la ciudad, es posible que no vuelva a apreciar un amanecer, al menos no con mi familia, ¿qué será de ellas? Por favor, te suplico Alá que las hayas salvado de este horrible fin.
Entonces escucho pisadas en el exterior, tomo un poco de altura subiéndome al banco de la celda y encuentro detrás de las verjas a unos soldados cristianos celebrando su victoria, uno de ellos trae noticias de la arboleda, dice que han encontrado a una mujer y una niña intentado escapar… N-No… no quiero seguir escuchando, mis ojos delatan a mi expresión firme y serena, las mejillas se convierten en un mar agitado, numerosas lágrimas no dejan de deslizarse por el aire hasta estamparse contra el suelo.
No puedo creerlo… les he fallado, intenté ponerlas a salvo y…
Me derrumbo y mi rostro acaricia de forma brusca el suelo, mis compañeros se acercan para ayudarme a levantarme, pero yo no quiero... Rompo en un océano de sollozos, no puedo contenerme… este dolor es demasiado pesado como para retenerlo, así que lo dejo cabalgar y que se lo lleve el viento, que mi dolor desaparezca a la vez que el último rayo de sol atraviesa el cielo.

La noche ha transcurrido, sigue estando oscuro, pero en pocos momentos amanecerá, ya empieza a haber bullicio en la plaza. No he podido dormir en esta noche, en mi última noche de vida, aunque ahora ya de poco me sirve, ahora ya no quiero vivir.
Se oyen pasos en el pasillo y unos soldados aparecen delante de nuestra celda. Mis compañeros y yo nos enderezamos, no queremos mostrar el temor en nuestro rostro, nos debemos de mantener unidos los pocos que hemos decidido seguir a Alá en su reino. Los soldados nos van esposando uno a uno y nos llevan en fila hacia el exterior.
Al salir de la Alhambra contemplamos a una manada de personas de nuestra tierra creando un pasillo para dejarnos pasar. Mientras vamos pasando a su lado, las mujeres nos bendicen y los hombres nos animan a ser fuertes. La verdad, aunque nos hayan traicionado y se hayan rendido, sus ánimos los acepto y los entiendo, ellos no quieren morir, y yo es algo que entiendo perfectamente. Y por ello, mientras observo sus rostros y sus miradas, todas clavadas en nosotros, en los renegados, rezo por ellos a Alá, y que los proteja, que corran mejor suerte que mi familia o yo mismo; no les deseo mal.

En poco tiempo hemos llegado a la estructura de madera de la que cuelgan las horcas, yo soy de los primeros en ser asesinados, una elección que tuve que tomar. Subimos los peldaños de la escalera con pesar y nos colocamos en nuestros puestos, nos van colocando las sogas al cuello uno por uno. Puedo ver en mis hermanos el temor que los corrompe por dentro, el pavor de imaginarse la muerte y el dolor de la misma. Todos tenemos miedo, nunca antes habíamos llegado al paraíso de Alá, y desconocemos la sensación posterior a la muerte; mas sí que conocemos la anterior, y no se la deseo a nadie, tanto musulmán como cristiano, no lo merece.

6 comentarios:

  1. Muy bonita la historia, se ve que te has informado bastante bien sobre la época, nombres etc y que el timepo muerto para ti no psa en balde, pues escribes cosas preciosas.
    Aunque hay ciertas frases en presente que no me concuerdan mucho pero habiendolo escrito en una tarde está muy pero que muy bien^^

    Te echo de menos

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  2. Yo a ti también, mucho, y ya lo sabes; jejeje.

    Y lo del presente... es queee... ya te dije que no sé escribir en presente, por eso lo intento. Pero se me hace muy difícil, en cuanto em despisto estoy volviendo a escribir en pasadooo >,<

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  3. Es cuestión de ir separando el contexto, es decir, concentrarse en cada frase y no estar pensando en la historia en general.
    1ª frase-2ª frase etc etc, como si fueran capitulos de una historia pero muy cortos.
    De esa manera te acostumbrarás y luego te saldrá solo sin seguir ese método.
    Aun así de igual manera te ha quedado muy bien^^

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  4. Ñuuuuu, es difíiciiill ¬3¬
    Pero yo lo inteento yo lo intentooo... Chuchos al poderr!! XD

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  5. escribes bien, bueno una amiga tuya me ha dejado tu blog en un evento que hice así que aquí estoy, te sigo :) toma el mío: http://trueandlies28.blogspot.com/

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  6. Pues muchas gracias ^^ y el blog está bastante bien, el tuyo me refiero. Es diferente a otros que haya visto.

    Gracias de nuevo y un beso!

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