Era de noche, el bosque estaba
muy oscuro, demasiado para mí. Mis ojos no conseguían acostumbrarse a la casi
imperceptible luz que se colaba por la arboleda del horizonte, creando sombras
infernales y horripilantes, creando las peores pesadillas que jamás había
tenido.
No podía darme el lujo de romper
la velocidad de mi carrera, tenía que huir, sino, él me atraparía. Sentía el
estruendo del silencio, ni un animal, ni un solo pájaro, o ardilla, o ciervo si
quiera, absolutamente nada. Aquella sensación aun me puso más nerviosa; pero no
podía detenerme ahora, debía seguir corriendo.
Quería pensar que aquello no
estaba ocurriendo, que era falso, un mal sueño, tan solo una jugada de mi
mente, de mis anhelados recuerdos… cómo iba yo a saber la verdad.
Los interminables segundos
dejaban paso al tiempo, seguía siendo perseguida, aunque no pudiera verle, su
presencia coloreaba el aire. Quería que me atrapara, muy en el fondo de mi ser
lo deseaba, mas, aquello no podía ocurrir, no era la elegida.
Aquel pensamiento era una locura;
no debía ser atrapada, tenía que continuar, quisiera o no quisiera, no podía
mirar atrás.
Necesitaba pasar desapercibida,
cada vez lo sentía más cerca, iba aproximándose a una velocidad increíble.
Entonces deseé ser más rápida, necesitaba serlo. Cerré los ojos por miedo, me
percaté de que las lágrimas surcaban mis mejillas, no sabía por qué lloraba,
solo que así era.
Entonces, una rama cayó desde el
cielo, dividiendo mi camino en dos. Tuve que escoger uno de ambos, mas no supe
decidirme. Por no elegir un camino al azar tropecé contra el obstáculo, y con
ello solo conseguí terminar rodando por una colina cuesta abajo.
Había fallado, ese error podría
salirme muy caro, así que intenté enderezarme durante la bajada y, en ese
momento, sin saber cómo o por qué; mi cuerpo fue transformándose y
contorsionándose, hasta que al final, mi aspecto resultó ser el de un cánido
gris oscuro, el de un lobo.
Podía correr más rápido a la vez
que mis pisadas hacían el menor ruido posible en el suelo de otoño, me había
convertido en una sombra, en un simple reflejo.
Ya no sentía su presencia,… sí,
lo había conseguido. Había ganado la partida, era un alma libre. Mas, algo se
interpuso en mi camino. Me vi obligada a cortar mi ritmo y detenerme.
Intenté agudizar mi vista, aunque
mantenía mi cuerpo preparado para dar la vuelta y correr si fuera necesario.
Mis ojos de granito comenzaron a acostumbrarse a la fuerte oscuridad por fin,
y, en frente de mí hallé un ángel.
No podía ser, eso no podía
suceder, no podía estar ocurriéndome. Giré sobre mí misma y comencé a correr en
la dirección opuesta a donde él se encontraba. Miré hacia atrás para comprobar
si había intentado seguirme, mas no fue así para asombro mío. Seguía en el
mismo lugar, no había movido ni un solo músculo de su cuerpo, tan solo me
miraba y vigilaba.
Sin saber por qué, frené. Algo no
iba como yo tenía entendido. Lo pensé fríamente, y al final, decidí acercarme
al ángel para escuchar lo que tenía que decirme.
Sus palabras eran susurros en mi
mente y recuerdos en mi memoria. Podía elegir entre creer en lo que decía o no
fiarme de su lengua; y decidí confiar en él.
En aquel momento lo entendí; en
realidad, estaba huyendo de una mentira, y escapando de una verdad que yo no
sabía que existía.
Así que, al final fue la verdad
quien me encontró a mí, en vez de yo a ella. La verdad, personificada en el
cuerpo de un ángel.
Necesitaba complementar al dibujo, le faltaba algo, jeje.
Felicidades otra vez, te quiero.
*_____________* No merezco tener el nombre de ángel, me parece una farsa, pues no creo que pueda alcanzar tal rectitud y perfección, pero si es tu forma de verme la acepto.
ResponderEliminarTe amooo^^
-^^-
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