22 abril, 2011

Licántropos

La noche es fría y blanca como el hielo.  Me siento perdida, sin rumbo, pero no solitaria. Nunca lo he estado, aunque pensara lo contrario. Esos ojos plateados me vigilan, me defienden, me custodian todo el tiempo. Pero… ¿de qué?
Estos licántropos alvinos se mantienen a mi lado en este bosque oscuro y sin fin. Me dan cobijo. Mas, solo cuando la Reina Blanca gobierna el cielo nocturno. Siempre saben dónde encontrarme, como si ella les ordenara protegerme, pero repito: ¿¡Protegerme de qué!? ¿¡Qué mal acecha en las sombras que no soy capaz de ver!? ¿¡Quién o qué es lo que me persigue!?
Un ruido, sea lo que sea ya viene a por mí. Es extraño, no tengo miedo, porque los hijos de la Luna están conmigo, mis protectores.

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